No quería ser médica. Carmen Penín soñaba con estudiar Arquitectura, pero entonces no había distrito universitario único, así que para irse a Madrid, como ella quería, tenía que empadronarse allí. Veía por delante un año en blanco así que, como todas sus amigas —salvo una, que hizo Enfermería— se iban a Medicina, decidió unirse a ellas. La carrera le gustó y se quedó. «Al acabar, la única opción era el mir. Entonces no había trabajo con la cantidad de médicos que éramos», cuenta. Aprobó a la primera. Quería hacer la especialidad en Cirugía Plástica, pero cuando le tocó elegir ya no quedaban plazas. Acabó en Anatomía Patológica, de la que reconoce que nada sabía, por descarte. «No me atreví a renunciar porque aprobar fue la chiripa del siglo, éramos 22.000 para 1.900 plazas», señala. Además, haría la residencia en su Asturias natal, que era lo que quería. Se especializó en citología y punción, trabajo que desempeña en el Complejo Hospitalario de Ourense, donde además es jefa de servicio desde el 2006.